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Hérantos

  • Para mí
  • 22 sept 2016
  • 2 Min. de lectura

Para mí, los hérantos son una mezcla de héroes y heroínas con santos y santas que habitan en todos los tiempos. Están entre nosotros como parte de lo cotidiano. Sus historias vienen a mi encuentro. Como no alimentan las noticias, las hice literatura transformándolas en fotos imperecederas para el álbum de lo genuino.

Hoy: Guiso.

Pablo, que venía en bici de la Facultad, esquivó el cartel: “Se vende pan, semita” y entró por el pasillo de la casa de la Yola. La pieza que le alquilaba junto con el Gato y Aníbal estaba al fondo, detrás de la letrina.

La vieja lo vio y le salió al encuentro.

-Vengan esta noche a ver el partido. Hay guiso.

-Huelo a...

-¡A pan recién horneado! Tomá, para el almuerzo.

-¿Y? ¿Le terminan el baño, Doña Yola?

-Falta poco, pibe. Ya les ofreceré más comodidades.

-No se preocupe. ¿Qué es esto?

-Tus pantalones, les arreglé el dobladillo.

-Gracias, viejita linda.

-¡Vaya, vaya a estudiar!

Pablo entró a la pieza, prendió el calentador y puso a hervir agua en una olla.

-¡Otra vez fideos con aceite! Exclamó el Gato.

-¿Y el queso? Preguntó Aníbal.

-En el almacén, gil. Contestó Pablo ordenando su cama con la foto del Che en la cabecera.

-Hoy juega Argentina contra Perú. Dijo el Gato engripado.

-Nos invitó la Yola a verlo. Hace guiso.

-Le sale rico. Su especialidad cuando tenía "Doña Pata", el comedor comunitario.

-Vino a controlarme la fiebre y a ponerme las inyecciones.

-¿Cuántos meses le debemos? Preguntó Aníbal.

-5 o 6. ¿Y la reunión del Centro de Estudiantes, Pablo?

-La suspendí. ¡El país pendiente del partido, la puta madre!

-No se me enoje, presi. Acotó Aníbal.

-Huevón, ¡están chupando gente! Nadie se da cuenta de lo que pasa "tiren, tiren, papelitos, ganaremos el Mundial"

-Relajate, Pablo. El Gato prendió la radio. Sonaba: “25 millones de argentinos jugaremos el Mundial”

-Ves, lo que te digo. ¿No te das cuenta de lo que pasa? En serio, ¿creen que está bien lo que está pasando?

Esa noche, olorcito a guiso y los tres estudiantes mirando en el Stromberg Carlson de la Yola otra Argentina.

-¿Adónde vas, Pablo? No te levantés que es yeta.

-Al baño. Ya vengo. Dejá de creer en cábalas, haceme el favor.

Gol de Houseman. Festejo ahogado por los culatazos en la puerta.

-¡Todos al piso! ¡Las manos en la nuca! ¿Dónde está Pablo Fonseca?

Un aliento a muerte los invadió. La Yola, que estaba en la cocina, ganó la puerta del fondo, atajó a Pablo y lo zambulló en el pozo negro.

La jauría hocicaba los rincones. Uno, el de bigote, gritó:

-¿Dónde está Pablo Fonseca, mierda?

La Yola le preguntó:

-¿Rogelio, el hijo de Neneca Ramírez? Vos y tu madre venían a “Doña Pata”.

Un revés en la cara de la mujer fue interceptado en el aire por el de bigote que, vociferando al oficial, dijo: “¡pará!”.

-¿Yolanda Bustos? ¿¡Doña Yola!?

-La misma. ¿Y tu madre?

El de bigote ensayó respuestas quebradas de nostalgia. La Yola lo convidó:

-¿Querés un plato de guiso?

Existen momentos que la dignidad humana sublima. Aunque parezca mentira, la propuesta de la Yola alejó la muerte. Es que en tiempos de muerte

, la vida vale un plato de guiso.


 
 
 

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