La feminidad al jugo. Respuesta al Pelado Cordera. (Por Palas Alejandrea)

Sabés, nosotras no tenemos nuestra vagina al palo. No podemos. Sí la tenemos al jugo. Jugos sexuales, líquido amniótico, flujos, sangre. Todo eso pasa por nuestro miembro femenino. Qué lástima, Pelado. Te creí más inteligente. Qué se yo, para mí la música es ese idioma que me conecta con lo genuino.

Pero está bueno que ocurran estas cosas: tu declaración y las pelotas bien puestas de un joven llamado Jonatan Dalinger que supo cuándo se rompe “la cadena de mando” porque hay una ética de lo humano que está por encima. Chapeaux, pibe!

Así estamos, viste, Pelado. Muy sensibles al temita porque todas nuestras muertas nos hablan desde la vida. Las niñas y niños abusados por pederastas a los que no llamaré animales. Qué va, si desde ese reino nos dan, muchas veces, modelos excelsos de relaciones sanas.

Pero qué bueno que ocurran estas cosas. Digo, vos que blanqueás lo que siempre tuviste adentro, la gente que reacciona porque ya está harta, el machismo que agoniza porque se ha suicidado de tanto probar su propia mierda.

Y nosotras y nosotros, juntos, cansados, claro, porque hay que luchar en forma permanente en territorios de todo tipo. Generando, por ej, estrategias. Por ej, la aplicación para el acoso callejero “5ntar” que inventaron tres chicas de 15 años del Colegio Nacional de Bs As: Lucía Martín, Rocío Juárez y Lorena Bedrune, podremos denunciarlos. Hasta armar un mapa de zonas de riegos o altamente peligrosas. Es que el dolor, la bronca y decir basta, producen cambios. Estamos indefectiblemente en el paradigma del respeto. Che, pero qué pena, insisto, Pelado, pensé que eras de otra madera.

Es que estos sucesos como el que protagonizaste en la escuela TEAArte, nos sirven para estar muy atentas. Sensibles, obvio. Porque cuando no estamos “en esos días”, también estamos con la menopausia, o pariendo o no pariendo nunca porque no se nos da la gana. Somos así.

Se viene la caravana mágica, Pelado, vamos que se armó el bailongo. Qué bueno que las máscaras se caen y queda la feminidad al jugo.

Alejandra Araya