top of page

Sevelinda tenía un problema. ¿Cuál era el problema de Sevelinda?

  • Foto del escritor: Mariana Esquivel
    Mariana Esquivel
  • 18 jul 2016
  • 3 Min. de lectura

Que los hermanos sean unidos es la primera ley según Hernández. El escritor, mayor exponente de la gauchesca, va más allá advirtiendo las nefastas consecuencias que pueden acarrear sus peleas. Absolutamente discriminatorio a mi humilde entender. ¿Cómo hacen los hijos únicos?

-Doctor, tengo un atraso de 3 semanas. Yo creo que es la menopausia. ¡Tengo 50 años! Dijo Delia.

-Por las dudas, vaya pensando en nombres.

De esta manera llegó al mundo. Pancho y Delia, sus padres, no supieron cómo llamarla hasta que la vieron en la Maternidad del Rawson.

-Se ve linda… Dijo Pancho dudoso.

-¡Sevelinda! Afirmó Delia.

Y así la llamaron: Sevelinda. Fue única y sobreprotegida. A sus compañeros de la escuela les decía:

-Soy muy mimada.

Sevelinda evitaba hablar de su unicidad como se evita hablar de las flatulencias. Iba a la Escuela Normal Sarmiento y tenía un lindo grupo de amigos.

-Éste es mi segundo hermano. Mi vieja nunca quiso un solo hijo, porque dice que se hacen caprichosos e individualistas. ¡Con hermanos aprendés a compartir! Había dicho Jime en el recreo.

-Viste, Seve, tu vieja fue una adelantada. El control demográfico que China implementó en 1979 se está globalizando naturalmente en el resto del planeta. Comentó su amiga Gema que era un bocho en la materia Introducción al Mundo Actual. Y siguió diciendo:

-¿Se enteraron de lo que está pasando en Alemania? ¡Van a crear un impuesto para las parejas que no tienen hijos! Así podrán afrontar los gastos de tener una población envejecida.

-¿O sea que los alemanes van a pagar por usar forro? Agregó Javier.

-¡No seas villa, che! Los que no tienen ningún hijo pagan todo el impuesto, los que tienen uno, la mitad y a partir de los dos hijos, no se pagaría. Aclaró Gema.

-Gema, tus palabras me copan. Dijo Javier embelesado.

-¡Pancho se salvó del impuesto! (Risas de Jimena)

-¿Mi viejo habrá tirado su canita al aire? ¿Tendré hermanos? ¿Seré adoptada?

-¡¡¡Nooo!!! ¿En serio pensás que sos adoptada?

-Soy hija única de padres grandes, el fantasmita siempre ronda.

-Es que vos sos fantasmagórica, chavona. Javier dixit.

Pero Sevelinda era única por su nombre, por su condición de hija y por sus dientes. A sus 17 años enfrentaba el intento de que se los acomodaran con una ortodoncia de máxima calidad que le hizo el mejor dentista de San Juan. Ahora por los brackets, antes por sus dientes, Sevelinda había aprendido a reír con los labios sellados para evitar que las fotos le devolvieran lo que ella no quería ver.

Siempre alcanzaba sus metas, sus padres le habían enseñado perseverancia y autodeterminación. Y aunque hizo todos los esfuerzos por no enamorarse de Javier, no lo logró. Pero Javier andaba metido de cabeza con Gema que le dijo:

-Fluyamos.

Varias noches, Delia escuchó llorar a su hija y cuando le preguntaba ella respondía que le molestaba la ortodoncia. Era una joven correcta: pedía permiso al entrar, saludaba al llegar, y se fijaba en las personas por lo que son, no por lo que le podían dar. Así las cosas, se había enamorado como toda mujer correcta, pensando en el futuro. De modo que a Javier le hizo la pasada 200 mil veces, probó con absolutamente todas las técnicas: la indiferencia, los regalos, los mensajes de texto, el facebook, la adulación, la invitación, la comunión, la extrema-unción. Nada. Javier se había enamorado de Gema como todo hombre inteligente, como un loco.

En esos días que había tomado el papel de amiga correcta, encontró a Javier como trapito de lavacoche en el patio de la escuela.

-Gema se va a estudiar Antropología a Córdoba. Comentó Javier con la cabeza entre las manos.

Entonces Sevelinda se puso su traje de Mujer Maravilla y le respondió:

-Quien te lastima, te hace fuerte. Quien te critica, te hace importante. Quien te envidia, te hace valioso.

Javier levantó su vista y mirándola, le dijo:

-¡Qué pelotuda!

Sevelinda se hizo adulta, se sacó las dudas de ser adoptada y heredó todos los bienes de sus padres. Revertió su experiencia de hija única teniendo 9 hijos. Superó lo de Javier, la ortodoncia le corrigió definitivamente sus dientes y vivió una vida de sanjuanina correcta. Sólo una incorrección como piedra en el zapato la lastimó siempre.

El apellido de Sevelinda era Parada.


 
 
 

Comments


seguime en:
  • Facebook B&W
  • Twitter B&W
  • Instagram B&W
POSTS recientes: 
tags: 
  • Facebook B&W
  • Twitter B&W
  • Instagram B&W
bottom of page