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Matrimonio: ¿para qué? Heralaprimavera lanza una propuesta desde "El Olimpo Terrenal"

  • Foto del escritor: Mariana Esquivel
    Mariana Esquivel
  • 2 jul 2016
  • 2 Min. de lectura

“Aunque fue hace mucho tiempo, yo lo vi al Juez sanjuanino acompañado de una mujer en un hotel en Buenos Aires. Estábamos haciendo el checkin y cuando nos vio, se puso nervioso. Al otro día, para el desayuno, bajaron ambos del ascensor y ganaron la calle. Deportista la chica, iba de calzas y zapatillas”. Eso me dijo Afro-Dita cuando estuvimos hablando sobre esta institución: el matrimonio. Sí, adivinaron, este Juez es casado.

Valga la introducción al tema porque en menos de 24h sin querer asistí a dos situaciones de crisis, crítica y dolor sobre el matrimonio. En ambas circunstancias, fueron mujeres hartas que contaban su profunda decepción sobre la relación. Un caso con muchos años de casados. Plata, oro y van por las de diamante y platino quizás. El otro caso con menos años de matri, pero con hijos en edad escolar. Sí, lector, obvio que hay otra versión de los hechos. Por eso estoy planteando este quid. No estoy tomando una postura a favor de ellas, ni de ellos. Estoy observando que “algo huele mal en Dinamarca”, dijo Shakespeare. Algo está pasando con la institución. ¡Se está cayendo a pedazos! ¿Se está cayendo a pedazos?

Entonces, como soy la diosa Heralaprimavera, se me ocurre una pregunta que lanzo desde el Olimpo Terrenal:

¿Para qué te casaste?

Ojo. Stop. No estoy preguntando: ¿Por qué? Sino: ¿Para qué?

Si pregunto por qué, van a empezar a meter al amor, a usarlo como paraguas, a ensuciarlo. Tanto trabajo que me dio reconstruir la idea del amor después de los innumerables deslices de DeusZeus, voy a cuidarlo en este sentido.

Que cada pareja tiene sus códigos y maneras de vincularse, no hay duda alguna. Lo que no me parece sano es sufrir como mi abuela Hera que soportaba las faltas de respeto de Zeus, las apañaba y se las agarraba con las amantes de las cuales se vengaba. Pero los problemas maritales no se circunscriben solo a cuestiones de infidelidad. Mi planteo es más amplio: profesión, plata, familia, parientes, hijos, novios de hijos, actos escolares de hijos, amigos, costumbres de cada uno, convivencia.

Criar hijos es una tarea ciclópea. ¿Eso desgasta a la pareja?

Tengo una conocida cuya hija se ha ido a estudiar fuera de la provincia. La piba está afrontando las cuestiones de convivencia con otras estudiantes. “Te imaginás cuando te vas a vivir con tu novio o te casás. La convivencia es el mismísimo Shrek en la mesa de Mirtha”, le dice mi amiga. ¿Tolerancia, paciencia muchas veces significa amor del bueno?

A ver, si vos, lector, ya tenés una "paritaria" con tu pareja en la que acordaron que la fidelidad, entre otros temas, no es una condición sine qua non, ¡perfecto! Lo que realmente me parece un modelo enfermo es transmitirle a los chicos que la pareja es: sufrimiento, queja, crítica-picoteo, faltas de respeto e incomprensión. Que casados y cazados son sinónimos.

“Yo no estuve debajo de la cama, no sé qué nivel de intimidad hubo entre el Juez sanjua y la mujer. Lo que sí sé es que cada vez que él me ve en algún lugar de “mi querido San Juan, el ventanal de Cuyo”, sale de escena por el foro” (Afro-Dita dixit)


 
 
 

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