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Comida sobre el cuerpo. ¿Nueva tendencia? ¿Qué comés cuando comés? El Chóripan Body.

  • Foto del escritor: Mariana Esquivel
    Mariana Esquivel
  • 1 jun 2016
  • 3 Min. de lectura

-La cosa está jodida, Ña Zule. Como no hay mucha obra pública, obra en construcción, bah, la venta de las semitas y los sánguches de mortadela se han venido p´abajo.

-Algo hay que hacer, Isolina, algo hay que hacer. Tenemos que pagar la luz, el gas. El Directv para verlo a Tinelli.

-Soluciones no problemas. ¡De qué sirve quejarse! Alguna salida debe haber.

Entró el Roberto que hace un año está sin trabajo. Ya venía medio pasadito de kilos, no le vamos a echar la culpa a la desocupación, pero el asunto es que ha engordado como un chancho todo el día sin hacer nada. Venía haciendo movimientos sexis, bailando cumbia, tan contento que andaba vaya a saber por qué.

-Mirá, Isolina, el Roberto haciendo el baile del caño. Tiene la misma gracia que documental del Discovery Chanel.

La palabra Discovery Chanel le encendió una alarma a la Zule. Haciendo zapping uno de esos veintipico de días que estuvo nublado, en un canal de viajes por el mundo, una costumbre que hay en otros países: tirar a una mujer desnuda y ponerla comida en el cuerpo. La gente se servía fruta, verdura, hasta sushi. Era parte de la cultura de un pueblo originario de las Islas Fidji.

En la cabeza de la Zule, un pensamiento se tomó el bondi y fue a otra parada donde lo estaban esperando otros. Juntos caminaron hasta la plaza. Mientras tomaban mate empezaron a deliberar, hablar, discutir, que sí, que no. No se ponían de acuerdo. Llegó otro pensamiento que estaba vestido de policía. Venía queriendo desarmar la reunión de pensamientos. Pero no, estos pensamientos no se fueron, lo miraban fijo: “A nosotros, vos nos vas a respetar. Si no hemos hecho nada malo”, parecían gritarles en la cara. No le gritaban, lo miraban nomás.

Entonces, en medio del puchero que la familia se había sentado a comer, la Zule dejó libre la idea que era el bebé que había nacido del grupo de pensamientos:

-Chóripan Body.

-¿Qué?

-¿Qué te pasa, mamá? ¿Estás borracha?

-Ña Zule… Está hablando raro usté…

Ahí la Zule les explicó de qué se trataba. Era una manera de reconvertir el negocio de pan y semitas que no estaba dando rédito. Además, tenía que ver con una costumbre de otras culturas, tan dado que somos siempre en traer las ideas de afuera. Era “cortar y pegar” pero haciendo unos retoques: el Roberto tirado boca arriba (No es porque fuera el hijo de ella, pero algo bueno le había heredado a su difunto esposo) y con choripanes por todo el cuerpo. Se cobraría entrada, consumición y según en qué parte estuviera, el sanguchito de chorizo cambiaba de precio. Nada de manos, se tomaban con la boca.

El no, fue ni y después sí. El Roberto por hacer nada, sólo poniéndose un sleep al crochet que le tejería la Isolina, se iba a llevar su buena tajada.

Primero fueron las chicas del Centro de Jubilados. El “boca a boca” resultó ser la mejor estrategia de marketing. Llegaron de otras partes de la provincia, hasta de Mendoza. Como les insistieron que “apostaran más fuerte” la Zule y la Isolina incorporaron a la Graciela, la novia del Roberto. Una manera de tranquilizarla porque venía bastante celosa y enojada.

Posiblemente (lo están considerando) incorporen Body Pan: cubrir los cuerpos con la masa de las semitas que no vendieron y sopletearlas para que se cocinen y doren. Si les gusta con chicharrones, es otro precio.


 
 
 

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