Vieja ridícula
- Mariana Esquivel
- 11 may 2016
- 2 Min. de lectura
Sabés, tenés razón, soy una vieja ridícula. Vieja porque tengo 47 años y, está absolutamente comprobado, que la vida es entre los 18 y 25. Después, fuiste, sos un viejo. Y ridícula porque según la RAE ridícula significa que provoca risa por extraño

, extravagante o raro. Así que, entre otras cosas, soy una vieja ridícula. Te cuento cómo llegué a serlo para que no caigás en este lugar. 1) Estudié siempre. Fui a la escuela, a la universidad, me recibí. Los librosson peligrosos. Trastornan la mente. Por eso te sugiero que si no querés ser una vieja ridícula, ni te acerqués a ellos. 2) No fumo. No tomo. No me drogo. Como sano. Tengo el mismo peso que hace 30 años atrás. Hago 1 hora de gimnasia todos los días desde que mi hija menor tenía 1 mes y ya tiene 14 años. Ni te acerqués al gimnasio si no querés ser vieja ridícula. 3) Hago terapia. Anduve varios caminos para autoconocerme, para saber cómo funcionan determinadas cuestiones en mi ser. Hay muchos viajes para hacer pero, sin duda, el que da más información es el que uno emprende hacia su interior. Si no querés ser vieja ridícula, no te conozcas. 4) Estoy enamorada. Otro gran peligro: el amor. Si no querés ser vieja ridícula, ni te le arrimés al amor. Porque el amor te pone una vacuna que te inmuniza contra toda crítica, quédirán, evaluaciones y marcadas de cancha. El amor te saca del corral mediocre en el que todos se comparan con todos y hacen bee bee bee. El amor te da libertad y obvio, si sos libre, saltás el cerco. Y ¿qué pasa? Te convertís en una vieja ridícula. 5) Cuando por casualidad caigo en un grupo donde la queja y la victimización son los leitmotiv de la charla, digo: say no more y desaparezco, me esfumo. Ya sabés como no caer en esto que tanto temés: ser vieja ridícula. Yo te avisé.
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