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Vamos, argentinos, vamos a vencer.

  • Foto del escritor: Mariana Esquivel
    Mariana Esquivel
  • 11 may 2016
  • 3 Min. de lectura

-No hay clases. -¿Por qué? Pregunté a la mujer que circunstancialmente nos venía a mostrar los libritos de TSU y Via Valrossa. -Por las Malvinas. -¿Las Malvinas? ¿Qué tiene que ver? Mamá Pilar dixit. -¿No han escuchado? La radio lo está diciendo. ¡El ejército ha tomado las Malvinas! ¡Las Malvinas son argentinas! Terminé de ponerme el guardapolvo que mi vieja me prendió (Escuela de Comercio LGSM, 1982, delantal debajo de la rodilla con botones atrás, pelo tomado, nada de jopo, flequillo o adminículo que se le parezca tapando el rostro identificatorio de su persona, señorita, distintivo en el ángulo superior izquierdo, mocasines y medias blancas tres cuartos. Y a ud, señor, sí, a ud, señor, el pelo que no roce el cuello de la camisa, pantalón de vestir, guardapolvo prendido para adelante, distintivo en el mismo lugar ya mencionado y de pie, señoritas y señores, el profesor está en la puerta esperando. Fin de la digresión) y partí para la escuela. En el 40 no venía nadie del grupete que se sabía ir juntando. Laprida y Caseros, caminando al sur. 13.30h, nada de llegar al toque de timbre. Horario de entrada: 14h. Plaza Aberastain. Ningún alumno. Cruzo Mitre, entro por Caseros (sí, por Caseros, la nueva entrada por Mitre es de hace algunos años) y veo la escuela vacía. -Nena (tendría cara de nena a mis 13 años, los 14 los cumpliría el 17 de junio, así que el 2 de abril de 1982 yo tenía 13, ok?), no hay clases. ¡Las Malvinas son argentinas! Jefe de Mayordomos dixit. Ese es uno de mis recuerdos de la Guerra de Malvinas. Otro: Habíamos ido a visitar a los parientes (En mi familia de mamá, papá y hermanos, no se salía al shoping, a la plaza, al cine) en el Siam di Tella. Discusión entre mi viejo (Cuando no, el rebeldito, el que no se traga el anzuelo, el crítico que no leyó ni a Camus ni a Nietzsche y eso que primaria nada más) con mi tío Antonio. -Compadre, las Malvinas son argentinas. -No, compadre, mire que se están viniendo aquellos. Nos llevan muchos años, son piratas. -Pero, compadre, con los correntinos, a cuchillazos las vamos a defender. -Compadre, esa gente viene preparada con vestimenta especial, con armas, no se van a largar a hacer miles de kilómetros. Y llegó mi mamá diciendo, sh sh sh, bueno, bueno que ya está la cena y esa noche comimos arroz con pollo. Creo que en la escuela se juntó ropa y chocolate. Tengo las imágenes en fotos: las 24 horas de solidaridad con el Fondo Patriótico Malvinas Argentinas. Pinki y Cacho Fontana conduciendo. Una Andrea del Boca adolescente donando un tapado de piel. Susana, una pulsera de oro. Diego Armando Maradona, un cheque de cien millones de pesos. Y la canción: “Vamos, argentinos, vamos a vencer”. Tercer recuerdo: el de una nena en la revista Gente. Su chocolate donado había aparecido en un almacén. ¿Cómo se dieron cuenta? Por la carta con sus datos que había puesto entre el envoltorio. Cuarto recuerdo: lo que decían los vecinos. El hermano de la Manuela iba en el Belgrano. -No hay clases. -¿Por qué? Le pregunté a Esperanza, mi hija menor. Su intervención me traía del breve viaje a la memoria. -El lunes no hay clases. Paro. Pero yo voy a ir, ma, no se adhieren todos los profes. Lo que no puedo sacar de mis oídos es la cancioncita esa. “Vamos, argentinos, vamos a vencer, el futuro sigue su camino, argentinos a vencer” mezclada con la imagen de los soldados y su miradas perdidas. Pérdidas. Vidas perdidas. Y el “vamos, argentinos, vamos a vencer” dando vueltas en la calesita vacía.


 
 
 

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