Manchas-Ale
- Mariana Esquivel
- 11 may 2016
- 3 Min. de lectura
La chica no se llama, en realidad, Chantelle Brown-Young, sino Winnie Harlow. Tiene 22 años. Oriunda de Toronto, se trasladó a California donde además de la carrera de modelo estudia periodismo. ¿Qué hay en común entre ella y yo? Ambas tenemos vitiligo. Una enfermedad de la piel, autoinmune. Los melanocitos que dan color se destruyen, las otras células se los comen. O algo así. Al menos, yo lo entendí así cuando varios (sí, muchos) doctores especialistas me lo explicaron. Manchas. Como Don Quijote, pero la palabra está en mi piel. Pecho, manos, alrededor de los ojos. Tengo suerte, mi blancura extrema, el maquillaje y el suave grado con el que en mí se manifiesta, hace que, a veces, pase desapercibido. ¡Lo que estoy diciendo! Que pase desapercibido. Como si el hecho de que se percibiera fuera el problema. Porque por lo demás, el vitiligo no tiene ninguna consecuencia mala o extraña. No es contagioso, no duele, no sangra, no supura. Ya aprendí: cuando un médico te quiere mandar a la m… de manera diplomática te dice: Opción 1: es estrés. Opción 2: es psicosomático. Con lo cual te endosa a vos el problema, que está bien, porque es tu enfermedad y tenés que hacerte cargo. Este posteo es una manera de hacerme cargo. Me jodió mucho mi vitiligo, me obsesioné. Ahora menos, no me la voy a tirar a superada. Hay otras cosas que me molestan. Me molestan las preguntas boludas: “¿Qué tenés ahí, en el pechito? Medio colorado tenés, tomaste sol sin protector, ay, Ale” Ok, vos preguntás por eso y me das licencia para decir: *¿Qué es ese granito que te salió en la frente? Es como un pulgar haciendo dedo, mamita. *¡Ay, veo que se te está cayendo el pelo! Por no decir que te estás quedando pe-la-da. Eso es por amarreta y darle el pelo a cualquier peluquero. O comprar Plusbell que es más barato y no quererte un poquito usando un champú de calidad. *¿Y esa panza? Parece que estuvieras de 4 meses… ¿Por qué hay una marca femenina en los asteriscos anteriores?. Y, porque los varones no me preguntan por mis manchas. Supongo que ni cuenta se darán. Listo, ya están avisadas, chicas. El que avisa, no traiciona. Pero sigamos con el asuntito del vitiligo. A mí me apareció a los 40. Recuerdo que en ese entonces, tenía en primer año a una alumna morocha. Hermosa, la niña. Pero… ¡con vitíligo! Desde: “Ahí viene la 101 dálmatas hasta La Manchada”, eran las expresiones con las que sus bullyneros compañeros se dirigían a ella. El Cosmos es muy inteligente, siempre te pone un espejo. Un día, abro mi face y ¡sorpresa! Una amiga me había etiquetado la noticia: “Cura milagrosa del vitiligo en Cuba”. Gracias. Pero, no. Te lo agradezco, pero no. (Dijo Ale Sanz). En el 2007 fui a Cuba al Congreso Internacional de Lectura y… bueh… lo dejemos ahí. Se imaginarán que he probado todos los tratamientos, agradezco las sugerencias, los consejos. De verdad, gracias. Las manchas les joden a los que las miran, no a los que las llevamos. Repito, no duelen, no supuran, no pican, no sangran. Amo mi cuerpo físico con manchas. Amo mi cuerpo mental, mi cuerpo emocional, con manchas. Amo mis manos, mis ojos. Amo mi piel. La que se ve, por fuera. La que no se ve, por dentro. Mis manchas son mis trofeos. Me recuerdan todos los obstáculos que superé, cada caída de la que me levanté, cada haka que expresé. Amo mis Manchas-Ale.
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