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Fariñismo

  • Foto del escritor: Mariana Esquivel
    Mariana Esquivel
  • 11 may 2016
  • 3 Min. de lectura

Doce. No, no son los apóstoles, sino las horas que estuvo declarando Leonardo Fariña. El chico cantó un solo apocalíptico en el concierto de corruptela. Luego de eso, o, mejor dicho, como condición sine qua non, entró en el Programa de Protección al Testigo. Se le cambiará la identidad y hasta el dni. Supongo que se sacará el rodete y se dejará una barba hipster. ¿Cuál será el look de Leo a partir de ahora? Creo que, y a juzgar por su transformación, le viene mejor el de monje budista: rapado y vestido de naranja. Es que, según parece, la cárcel significó su retiro espiritual. El penal fue par Leo lo que el Tibet para Richard Gere. “Me subí a una Ferrari y pensé que era Dios, pero en realidad era un boludo”, dijo Fariña. No voy a caer en la tentación de demonizar el dinero. La mejor definición la escuché de un gran filósofo argentino, Cacho Castaña. “El dinero no es malo, ni bueno, sólo hace visible tus defectos y virtudes”. Me pregunto, en esta sociedad judeo cristina occidental: ¿La traición es un defecto, el arrepentimiento, una virtud? ¿Qué diferencia hay entre un traidor y un arrepentido? Fariña. Esa es la diferencia. Fa-ri-ña que ha inaugurado un nuevo ismo en el contexto político de nuestro país: el fariñismo. ¿Qué características tiene? 1) Los fariñistas vivieron una vida escenográfica: todo parecía real, pero era de utilería. 2) Encendían, cual Tío Rico Mc Pato, los habanos con billetes (o los tiraban porque en la bóveda se les humedecían) 3) Los hastió el caviar, el champagne, las bellas mujeres. Sus papilas gustativas y emocionales saturadas los inhibieron del disfrute genuino. 4) Subieron, drogados por la exitoína, hasta la cima de la montaña y se despeñaron. Ahí, reventados en el suelo vino la anagnórisis. O, dicho a lo criollo: “les cayó la ficha” (Y, cuando te cae la ficha, entrás en crisis) ¿Quiénes son los grandes traidores de la Historia, según el Dante? Judas, Bruto y Casio devorados eternamente por Lucifer. A diferencia de estos, los arrepentidos no están individualizados. Son los que ante el juez o sacerdote deben renegar de lo hecho y pedir perdón para que los absuelvan. No es el caso de los fariñistas. Para ellos, lo hecho, hecho está. No se sienten orgullosos pero tampoco culpables. Se han dado cuenta que: 1) La libertad y la salud no tienen precio. Podés volar en aviones privados, pero eso no es libertad. Pagar la mejor obra social y eso no te garantiza la salud. Hacer regalos caros sin lograr el amor de una mujer, el bienestar de un padre, el abrazo de un hijo, la charla con un amigo. 2) Si no aprendés rápido de las caídas y no elaborás una estrategia digna, te comen los piojos. 3) Nadie “tiene la vaca atada”. Presidentes, expresidentes, empresarios, legisladores, actores, el Papa, todos, somos vulnerables. 4) Abrazaron una nueva religión: la verdad. O, por lo menos, dejaron de mentir. Con custodia las 24h y pulsera electrónica, el Valijero medita en sus solitarios días. Es un espejo en los que muchos se miran porque, ya lo dijo Juan: “La única verdad es la realidad”. Probablemente, le quede pendiente una charla con Karina Olga, escriba un libro y funde el Coaching Ontológico Fariñista, asesore a políticos que deban rearmarse y haga retiros en el Uritorco para reinterpretar “La razón de mi vida”.


 
 
 

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