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Dardos (adolorcencia)

  • Foto del escritor: Mariana Esquivel
    Mariana Esquivel
  • 11 may 2016
  • 2 Min. de lectura

“Yo te propongo esta noche olvidarnos de todo” así se escucha Rombai en los 15 de Brenda. Vestiditos y tacos; saco y corbata por un lado. Pantalones cortos, zapatillas y yins, por otro. Claramente se puede identificar los invitados a cena y después de cena. Grupo de chicas al baño. Selfies estirando la boca haciendo trompita. “Prestame el delineador. Tomá el lápiz labial”. “Nena yo quiero con usted ser caballero, deja que pase pues lo que tenga que pasar” suena Marama, cumbia pop del momento. La barra de tragos no da abasto aunque el padre de la quinceañera ha sido claro con respecto al expendio de alcohol. Copones con fernet van y vienen danzando al ritmo de la música. “Los dos somos fanáticos de lo prohibido nos emborrachamos frente al mar”. En la pantalla, se ve el video de Rombai bebiendo en una lancha, mostrando como trofeos los vasos con diferentes líquidos. A esa altura del baile, Brenda ya estaba con la opción 2 de su vestido: corto y con plataformas. Más copones de otros colores se mezclan con las luces. La abuela de la cumpleañera, mareada y aturdida, intenta sentarse en un rincón para descansar sus pies hinchados. Sorprende a una parejita que ocupa una sola silla. ¡Tan entretenidos estaban en la zona de mimos! La fiesta ha entrado en una meseta. Hasta que la música electrónica se hace dueña y señora. La horda de adolescentes mutantes es incontenible ante la tibia reacción de adultos que temen ejercer su autoridad. Los requerimientos que los padres habían hecho al contratar la música: “Que haya un poco de los 80, los 90, rock nacional. Sí, y algo de Palito Ortega para que bailemos todos” son absolutamente obviados. Alan y Pablo bailan en el centro de la pista cual dos gauchos galvánicos en pleno desafío. Hurras para uno. Aplausos para el otro. Espiral ascendente de gritos violentos regados con alcohol. Los chicos olvidan que son mejores amigos, que se sientan juntos en clase, que son vecinos del barrio. La cerveza les borra la memoria. Cada uno quiere ganar, quedar como el mejor ante sus pares. La supremacía de Pablo era evidente. Para la mayoría, fue el triunfador. La fiesta continuó cachengue. Pero a la salida siguió otra clase de fiesta. Alan era el hermano del Moreno buscando vengarse de Martín Fierro en “El Fin”. Esperó a Pablo y con sus acólitos le dio tal paliza que lo dejó en una cama de sanatorio. “Cosa de chicos. ¡Qué querés, son adolescentes! Siempre fue así, me acuerdo que en mi época… Es que hoy en día, la juventud está perdida” Te invito, lector, a que sumés tus argumentos para ser usados cual dardos tranquilizantes. Sólo sirven para dormir a la “bestia”. Pero, sin duda, se volverá a despertar.


 
 
 

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