top of page

No serán flores pero…

  • Foto del escritor: Mariana Esquivel
    Mariana Esquivel
  • 10 may 2016
  • 2 Min. de lectura

Las dos y pico de la tarde. Se cruzaría a comer una porción de pizza con una cerveza. ¡Y si justo viene el colectivo! Nada de pizza. Mejor lo espera mascando el chicle que tiene desde las 10 cuando una compañera del Centro Cívico le dijo: ¡qué carucha! Y le ofreció el chicle. ¡Cómo no va a tener esa carucha! Hace 2 meses que está en lo de su madre. -¡¿Volviste a vivir con tu vieja?! (Cachito dixit) ¡Te hubieras ido a alquilar solo! -¡Ah, claro, como si fuera tan fácil! No me alcanza la guita. A la Liliana le tuve que dejar el auto. Y para colmo, pasarle plata. -Joya, todo por hacerte el vivo. -No, todo porque me descubrieron. Daniel para el colectivo. Antes de que Liliana le sacara tarjeta roja, en un toque estaba en su casa. Ahora, hasta Rawson, tiene como cuarenta y cinco minutos. En la mañana se tiene que levantar más temprano para tomar el de las seis y cuarto. Si se le pasa, llega tarde. Seguro su madre, que ya está durmiendo la siesta, le ha dejado las milanesitas con purecito, como cuando llegaba de la secundaria. Pero han pasado 20 años de eso. Con 37, tuvo que meter el orgullo en un bolso y trin trin, hola, ma, ¿tenés un lugarcito? Dormita apoyado en la ventanilla. -¡Qué bolú, Daniel! ¡Dejar el celular a mano! ¡Las fotos se bo-rran! -Pensé que iba a ser como el pelado Rivera, que la mujer lo enganchó y lo perdonó. Pero, la Liliana… -Mujer de armas tomar. De armas tomar no, de expediente judicial iniciar, sí. Esa mañana, Daniel recibió un llamado. -Buen día, soy la Dra. Godoy y patrocino a… La casa, el auto, 40% del sueldo y la ayuda escolar de los pibes. Su madre diría: “Ay, Danielito, tu sueldito”. Le parece que desde ahora cobrará esos billetes de cotillón que una vez le pidió la maestra a su hijo para aprender a sumar. (En este caso, restar) Colectivo, frenada, pasajeros. Colectivo, frenada, pasajeros. El sopor de la siesta. Hambre y embole. Vuelve a cerrar los ojos. -Está bien, Cachito. Me la mandé. Pero la Liliana es una histérica, rompepelotas. Veníamos mal desde las vacaciones en Necochea. ¿Viste cuando te peleás porque no hay toallas en el baño o se te quemó el asado? -¿Y con esta piba, qué onda? (0 onda, espere mientras restablecemos la señal de satélite) -¿Qué hago, Cachito? Y Cachito con golpes de puño se golpeó el pecho. Lo que Daniel no contó es que a su conquista le había dicho que lo habían ascendido y tenía el número personal del jefe supremo. Mentir, no mintió. Del segundo piso lo habían trasladado al cuarto y tenía el celu de Marquitos, el jefe de mayordomos. En fin… Se despierta. Sube una mujer vendiendo bizcochuelo de naranja. A esta hora, Liliana toma mate. No serán flores pero…


 
 
 

Comments


seguime en:
  • Facebook B&W
  • Twitter B&W
  • Instagram B&W
POSTS recientes: 
tags: 
  • Facebook B&W
  • Twitter B&W
  • Instagram B&W
bottom of page