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Cruce

  • Alejandra Araya
  • 9 may 2016
  • 3 Min. de lectura

(texto seleccionado para RUMBOS LIBRO)

Desde arriba de la mula, el mundo se ve diferente. A la mía le puse Ramona, le hablo bajito, le acaricio el pescuezo y le digo algo. No sé, entre tantos consejos, uno fue que hay que hablarle y hacerse amiga. La última vez que me subí a un caballo fue en la Calesita. La Cordillera sanjuanina me entra por los ojos con su magnitud e imponencia. No puedo usar los comos, los se parece, es igual a. Imposible. Hacer el Cruce de los Andes por la ruta que hizo San Martín es la locura hecha hazaña. Antes de Manantiales donde nos esperaban las tropillas y recuas paramos en Las Hornillas. Uno de los expedicionarios sacó un billete de 50 pesos moneda nacional que circuló en los ´60. Nos encontramos con el mismo paisaje que el dibujante devenido en el fotógrafo de hoy dejó impreso en testimonio. Y comenzar a fluir con una lógica nueva parece inevitable. Febrero 2010. El tiempo es nuestro amigo, o por lo menos nos trata con benevolencia. Creo que puedo hacer un racconto de los hechos y lugares a través de los diversos dolores que experimenta mi cuerpo. Trincheras de Soler. De ida, primer trayecto de la expedición, llego con los pies hinchados y la cabeza atravesada por un dolor indescriptible. En Refugio Sardiña me doy cuenta que la montura ha hecho estragos con… mi espalda baja. Y cuando me entero de los dolores y padecimientos de San Martín en estas mismas circunstancias, decido ver el vaso medio lleno. Una de esas miradas de lo medio lleno fue encontrarme con lo humano. Mujer, hombre, periodista, funcionario, embajador, chepibe, todos estamos hechos con los mismos ingredientes cocinados en distintos moldes. Y eso, aunque sea una verdad de Perogrullo, es para mí un gran aprendizaje. ¿Qué es cruzar? Atravesar un lugar, pasar de un lado a otro. La definición del Diccionario es un grano de arena cuando en El Espinacito, a 4800 metros de altura, veo cómo la mula de un camarógrafo pegó unas cuantas patadas y salió corriendo. Un gendarme vino a auxiliarlo y el flaco bajó caminando pero no largó su cámara. Las estrellas son a la noche lo que las tachas a una campera heavy metal. Disfruto la previa al último tramo para llegar al límite con Chile. Mañana será largo, dicen. Y lo es. La llegada a la frontera, emotiva y audaz, el himno que es todos los himnos me deja sin aliento para la vuelta al Refugio. Un día entero de marcha. ¿10, 11, 12 horas arriba de Ramona? Fue cuando la amistad se convirtió en: Duchate primero, Ale. Tomá este café con leche caliente. Descansá. El Río de los Patos y el Valle Hermoso nos enfrentan a un mundo que sin celular y pc es aún una desafiante aventura de emociones. Siento que me amigué con la Historia. Pero hay que regresar. De vuelta, en el último trayecto de la expedición me duele el alma. El silencio ha sido un compañero más junto a los cóndores y a los guanacos. Hoy, San Martín significa para mí un hombre con coraje que tuvo miedo y no los escuchó. Escuchó sus sueños y trabajó con otros para otros. Fue un estratega que decidió atravesar la Cordillera por San Juan para sorprender al enemigo. Esa es la verdad documentada aunque haya muchos cuentos ficcionales. Luego se hizo héroe. Desde arriba de la mula, el mundo se ve diferente. A lo lejos, las camionetas que nos llevarán a la rutina. Me despido de Ramona que ha oficiado de Caronte pasándome a la otra orilla. No le doy una moneda, sino un beso. Y aunque la travesía termina, jamás dejaré de ser una sanjuanina, una expedicionaria más en esta vida de Cruces.

 
 
 

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